El deber de PERDONAR
El deber de perdonar. En el colegio estudiaban dos chicas, y la profesora ofrece dar un regalo a quien salga mejor en las evaluaciones. El amor y el perdón es antiguo.
Este relato nos llega de la Señora Cándida Osal de Gil, con el comentario de que este escrito circuló en los años 50 del siglo pasado, las personas lo copiaban con su propia letra, pues no habían computadoras ni Internet y muy pocas personas tenían máquinas de escribir.
Es bueno saber que el perdonar no es nuevo. Veamos lo que nos dice el relato que nos envía Doña Cándida.
El deber de perdonar
- La maestra de la escuela, en que estudiaban Elena y Rosa ofreció un premio a la quepresentase el mejor cuadro en los próximos exámenes.
Y como las dos niñas tenían igual disposición para el dibujo, no se sabía cuál de las dos había de obtener el premio.
Faltando ya pocos días para los exámenes, se les permitió que continuasen su trabajo en la escuela, después de terminar todas sus lecciones.
Una de esas tardes pasando Rosa por el cuarto, en que trabajaba Elena, derramó un tintero en el bordado que esta tenía casi concluido.
Se encendió en cólera Elena y le dijo en tono airado, tú lo has hecho de intento para que no se me dé el premio.
Jamás mientras viva te perdonaré, como puedes creer tal cosa dijo Rosa, afligida asustada, tu sabes que ha sido una casualidad. ¿Por qué no has de perdonarme?
Por nada de este mundo, hubiera hecho acción tan villana, como la de privarte intencionalmente del premio que mereces.
En el deber de perdonar no hay disculpas ni perdón
Elena no prestaba oído a las disculpas, y salió precipitadamente del cuarto, estas dos niñas habían sido condiscípulas por más de tres años.
Se sentaban en carpetas inmediatas, estudiaban las mismas materias, y jamás desavenencia alguna había interrumpido la buena amistad que se profesaban.
Tenía Elena, un carácter iracundo, Rosa era al contrario, era niña que se hacía amar de todos por su buena índole.
Amaba con preferencia entre sus condiscípulas a Elena, y al separarse de ella en esta ocasión, su pobre corazón sufría horriblemente.
Echose el velo a la cara, para ocultar sus lágrimas, y tomó pausadamente el camino de su casa.
No dejaba de conocer Elena que había procedido mal, su conciencia la acusaba de haber sido sobrada.
Pero la cólera no la dejaba oír la voz de su remordimiento, al llegar a su casa se quejó de una fuerte jaqueca, y se sirvió de este achaque para retirarse más temprano a su cuarto, allí tomo un libro y al abrirlo tropezó con estas palabras:
Si tu perdonas los que te ofenden tu Padre Celestial también te perdonará a ti, cogió el libro y lo tiro sobre la mesa.
Perdonar a otros es un deber
No puedo perdonar
Diciendo entre dientes, yo no puedo perdonarla. Aquella noche Elena por primera vez en su vida se acostó sin recitar, las oraciones que siempre acostumbraba, antes de entregarse al sueño.
A la mañana siguiente, al salir de su cuarto y al ver una criada que pasaba por la sala, le preguntó si ya su mama se había levantado.
Su mamá de Ud. no está en casa, la Srta. Rosa ha muerto, ayer al salir de la escuela, un caballo desbocado la estropeó.
Y luego vivió media hora después de la ocurrencia, luego que lo supo su mamá de Ud. fue a ver a la pobre madre y con ella ha pasado toda la noche.
Pocos minutos después Elena, se hallaba en la de la pobre niña. ¡Oh! mamá dijo echándose en los brazos de su madre.
Desgraciadamente no te ha engañado, nuestra Rosa, ha ido a aumentar el número de los ángeles del cielo, ven a ver cuán bella está, aun sin el color de la vida.
Con trémulos pasos siguió Elena a su madre, y creyó que su corazón había cesado de latir. Cuando vio que su ya perdida amiga en una tumba cubierta de flores.
Que nadie la hubiera creído muerta, si no sumida en un aplacible sueño, sin articular palabras y con los ojos bañados en lágrimas.
Contemplaba Elena la amiguita que el día anterior había visto llena de vida, cuando su madre la llevo aparte y le dijo hija mía, sus últimas palabras fueron:
Decid a Elena que siempre la quise mucho y que jamás tuve intenciones de privarle del premio. Ayer no quiso oírme, pero hoy creerá en las palabras de una moribunda.
Llega el perdón
Elena dio vuelta hacia el llanto y corrió a arrodillarse ante la tumba de Rosa. Perdóname queridísima Rosa, perdona la memoria de mi crueldad, para contigo, me acompañara toda la vida.
Y Elena es hoy madre de familia y siempre que enseña a sus hijos una carpeta manchada, se le saltan las lágrimas a los ojos y les dice:
No permita el cielo hijos míos que reciban jamás una lección tan terrible, como la que a mí me enseñó el deber de perdonar.
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¿Qué es Perdonar?
... es encontrar a Dios en nuestros hermanos y en nosotros mismos.
... es reconocer que lo que vemos es nuestra interpretación, otra persona puede ver la situación de distinta manera.
Perdonar es
Es Dar gracias a Dios por todo lo bueno que nos llega. Reconocer que lo que creímos verdadero nunca ocurrió. Al hacerlo nos abrimos al amor y a la aceptación, nos liberamos de nuestras creencias, de lo que vemos como pasado.
Entreguemos nuestros rencores, porque son nuestras percepciones, parte de nuestra ilusión. Al reconocer que todo es una ilusión soltamos los nudos que nos mantienen atados al pasado, nos liberamos. Solo basta un pensamiento.
Solo lo que es verdad existe.
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios
Un Curso de Milagros
¿Tienes algo que perdonar?
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Mi abuela me lo contaba, y me parecía tan hermoso que se lo hice repetir, lo copie y lo aprendí. Con algunas variantes , pero en esencia la misma bella y triste historia
Hola, quiero agradecer a la persona que decidio transcribir este relato ya que lo busque varias veces y no lo encontraba, para mi es imposible porque mi abuela nos lo relataba de una forma maravillosa pero yo no lo recordaba con exactitud y queria contarlo a mis hijos. Gracias mil y mil Gracias
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